Cartier

En 1888, el hijo del fundador de la empresa, Louis Cartier, reconoce la importancia del reloj de pulsera e incorpora, además de sus propios modelos para damas, productos de otras manufacturas de lujo como Vacheron Constantin a su catálogo. No es hasta que la corte británica encarga nada menos que 27 diademas para la coronación del entonces Príncipe de Gales, que el Rey Eduardo VII lo nombra proveedor oficial de la corte y la boutique londinense es asaltada por la alta sociedad británica, que la casa Cartier alcanza el olimpo de los relojes. También los mercados en el aún zarista Rusia resultan ser fructíferos; en 1909, la tienda Cartier de la Quinta Avenida en Nueva York viste a los bellos, ricos y famosos. La referencia al pionero de la aviación Alberto Santos-Dumont es desarrollada por el genial relojero en 1904. Cartier Santos es el primer verdadero reloj de piloto, y en la década de 1970 experimentará una brillante resurrección bajo el concepto "Les Must de Cartier". Una leyenda relojera, similar a las colecciones Tank y Pasha, que causan furor en la segunda década del siglo XX con su estilo Art Déco. Pasha fue dedicado al sultán de Marrakech, lo que despertó el interés de los maharajás en la lejana India. En las primeras décadas del siglo XX, otras cabezas coronadas se rinden ante el exquisito gusto de Cartier; sus éxitos son imparables. Hasta que la extinción de la línea familiar en el año fatídico de 1965 lleva a la división de la empresa familiar. De "Monde Cartier" se convierte en "Vendome Luxury Group". Sin embargo, esto no puede disminuir el prestigio de Cartier como sinónimo de lujo sublime y riqueza establecida. Desde hace tiempo, representa un estilo de vida que no podría ser más lujoso, y también otros segmentos de productos de lujo han sido ocupados: perfumes, gafas, pañuelos de seda, encendedores, artículos de escritura y de cuero; esas pequeñas cosas elegantes sin las cuales la mujer mondana o el hombre del mundo no pueden salir de casa. El diseño clásico y sin adornos, inconfundiblemente Cartier, implica exigencias elitistas y refinadas. En 2009, Cartier celebra en EE. UU. su centenario, ahora bajo el ala del grupo de bienes de lujo Richemont. Cartier es líder mundial en el segmento de joyería.

Se puede ver como una ironía de la historia, pero el surgimiento de la aviación y la industria militar impulsó el ascenso del reloj de pulsera. Los tradicionales relojes de bolsillo con cadena de oro resultaron ser inútiles en actos de fuerza como los primeros vuelos o las batallas. El hecho de que los relojes de dama se llevaran en la muñeca después del cambio de siglo fue considerado "poco masculino" por los hombres. Sin embargo, ya en 1880, Wilhelm I mandó fabricar relojes de pulsera para sus oficiales navales. A partir de 1904, el brasileño Alberto Santos-Dumont realizó muchos vuelos de prueba con el precursor del Cartier Santos, y el 12 de noviembre de 1907, el playboy y pionero de la aviación llevó "su" Santos en la muñeca durante su espectacular vuelo motorizado de 220 metros. Durante la Primera Guerra Mundial, las tropas adoptaron el reloj de pulsera, y finalmente, este también llegó a la sociedad civil. El primer Cartier Santos rompió con las convenciones de la época, que dictaban que un reloj debía ser redondo, y se presentó audazmente en forma cuadrada con esquinas redondeadas, rodeado por un borde de cristal elevado y con una correa de cuero. Hoy en día, el reloj de pulsera para hombres más famoso de la historia de la relojería se presenta en tres colecciones: Santos de Cartier Galbée, Santos 100 y el clásico Santos-Dumont, que retoma esta actitud con cuero de aligátor, caja de oro y un bisel más delgado. ¿Complicaciones? Aparte de un indicador de fecha en el Santos-Dumont, no hay más. El Santos Galbée se distingue por los típicos tornillos pequeños en la caja y la pulsera de acero, así como por los números romanos. Pura estética para puristas estéticos. Cuando los relojes crecieron en diámetro en los años ochenta, los delicados diámetros de Cartier parecían casi filigranas. Hoy en día, han vuelto a estar de moda, al igual que las versiones bicolor, que en su momento habían perdido popularidad.

En 2009, Cartier presentó su primer movimiento automático completamente desarrollado internamente, nombrándolo 1904MC en honor al año de nacimiento del Santos. Un doble barrilete mejora la precisión y la reserva de marcha, y el rotor, que impulsa el movimiento automático con cada movimiento, se basa en un innovador rodamiento de bolas de cerámica. Cartier hizo su entrada en la "Haute Horlogerie" con el desarrollo del astrotourbillon, que compensa la desviación del tiempo causada por la gravedad terrestre con una mecánica innovadora. Cartier también se adentra en el ámbito de los relojes conceptuales, como lo demuestra la extraordinaria ID Two, donde un vacío en el interior de la caja transparente hace innecesaria una rosca.

“Innovación” es el credo de la actual directora de relojería de Cartier, Carole Forestier-Kasapi. Pero ya antes de ella, mujeres fuertes y sofisticadas tenían el control. Jeanne Toussaint debió de tener un gusto absoluto en los años 20; sentó las bases de los Must de Cartier, ya que era la época de las boquillas de cigarrillos brillantes, las joyas doradas y los objetos pretenciosos. En los años setenta, Nathalie Hocq despertó a Cartier de su sueño profundo. Su padre, Robert Hocq, adquirió Cartier en 1972. Su hija tuvo una carrera meticulosamente planificada antes de aportar un nuevo impulso a antiguas, aunque bien engrasadas, maquinarias en la Rue de la Paix. Era un talento en ventas y marketing con un sentido infalible para el diseño, las piedras, las exposiciones, las personas y los mercados. Negoció en harenes árabes y en áticos de la Quinta Avenida en Nueva York. “Mademoiselle Cartier”, como se le conocía respetuosamente, y su costumbre de fumar cigarros negros marcaron tendencia. Hoy, la directora de marketing internacional es Hélène Poulit y en nuestro país, Patricia Gandji. También en China, Corea, México y Taiwán, las mujeres ocupan puestos de liderazgo.